Tres años después, la compatriota Gabriela González y su marido español figuran en archivos policiales como delincuentes pese a que se demostró lo contrario La uruguaya Gabriela González y su esposo el granadino Fernando Amador siguen con prontuarios policiales, pese a ser sobreseídos hace tres años de un falso caso de tráfico de heroína armado por la Aduana española. La historia es publicada hoy en El País de Madrid. Lo curioso -e indignante- es que se trataba de un medicamento homeopático que sus familiares en Uruguay le enviaban a González por su mielitis idiopática. El hecho ocurrió el 23 de julio de 2010, cuando la uruguaya, de 45 años, recibió un aviso de que debía pasar por la oficina de Correo a buscar un paquete para ella. Cuando llegó al lugar la esperaban policías de particular. Ella y su esposo, un mecánico de 49 años, fueron apresados. las supuestas pruebas los incriminaban; el test realizado a la sustancia arrojaba que allí había heroína. La reacción azul determinaba que la sustancia era "caballo", el sobrenombre que los adictos dan a la droga. Amador y González pasaron un verdadero suplicio desde entonces. Frente al juez, les hicieron ver que era una droga peligrosa, a lo que el hombre -que es un reconocido mecánico en Torrenueva- les contestó que eso que ellos consideraban heroína ella lo tomaba en cucharadas antes de ir al gimnasio. Y que si es que el supuesto cargamento salía 15.000 euros, como estimaban los expertos, por qué ella lo había comprado a 50 euros en Uruguay. Se lo enviaba su hermano Luis, que de traficante no tenía nada. Las evidencias del error no hicieron parar a la máquina policia-judicial. Gabriela y su marido perdieron sus derechos ciudadanos, perdieron además unos pasajes de avión para visitar Uruguay y todavía figuran como presuntos delincuentes en las computadores de Vigilancia Aduanera. La ciudad de Torrenueva tiene unos 2.500 habitantes. Ninguno creyó la historia, salvo los policías y la familia de Anador, que vive en Barcelona y tomó distancia de ellos durante todo el proceso. Los supuestos "220 gramos de heroína diluidos en un medicamento homeopático" siguieron siendo el argumento de la Policía aduanera de Motril, aun cuando los hechos decían otra cosa. Cuando finalmente cayó el argumento, los vigilantes adujeron que su sospecha estaba fundada en que la sustancia homeopática también se podía comprar en España. ¿Para qué encargarla a Montevideo? Contra todo lo inferido, la sustancia se llamaba Glucalch. La receta contiene gluconato de magnesio, carbonato de calcio, ácido ascórbico y caseinato de calcio. Gabriela pasó meses para que se le autorizara nuevamente los envíos. El atrimonio tuvo que pedir que le devolvieran los pasaportes. Aun hoy figuran como posibles delincuentes en computadoras de autoridades policiales. Cada tanto los torean con ese antecedente. Ante una exigencia de pedido de disculpas, Miguel Algárate, jefe de Vigilancia, respondió: "eso te pasa por pedir medicación de Uruguay". El jueves último, la justicia desestimó un pedido de reparación para Gabriela González y su esposo. |